La balanza comercial de un país y sus cuentas corrientes son métricas económicas que miden la relación entre cuánto importa el país y cuánto exporta. Un país que exporta más de lo que importa tiene un superávit comercial, mientras que un país que importa más de lo que exporta tiene un déficit comercial. La sabiduría convencional afirma que los déficits comerciales son malos para la economía de un país. Los analistas que se oponen a los déficits comerciales argumentan que las importaciones que exceden a las exportaciones llevan a que los empleos, especialmente en la industria manufacturera, se pierdan a nivel nacional y sean reemplazados por trabajadores en el extranjero. Sin embargo, otros analistas replican que las tendencias económicas no corroboran esos temores; en los Estados Unidos, los períodos de altos déficits comerciales han coincidido con un bajo desempleo y un alto rendimiento económico. Los déficits comerciales, argumentan estos analistas, permiten a un país importar capital a bajo costo y utilizarlo para invertir en la producción nacional.
Tiene sentido en su superficie el argumento de que los déficits comerciales llevan a que los trabajadores extranjeros realicen trabajos de fabricación que de otro modo se realizarían en el país. Sin embargo, las tendencias económicas medidas en los Estados Unidos desde principios de los años 70 no lo corroboran. Durante el período de 26 años de 1973 a 2009, el déficit en cuenta corriente de los EE. UU. (Medido como porcentaje del PBI) creció durante 15 de esos años y se redujo durante 11 de ellos. La economía de la nación, medida por el crecimiento real del PIB, tuvo un mejor desempeño durante los años de aumento del déficit comercial que cuando el déficit se reducía. La tasa promedio de crecimiento económico fue de 3. 2% durante los años de déficit creciente, en comparación con 2. 3% durante los años de déficit decrecientes.
El PIB no es el único indicador económico que históricamente ha mejorado en los Estados Unidos ya que los déficits comerciales han aumentado. El desempleo disminuyó en un promedio de 0. 4% durante los años con un creciente déficit comercial y aumentó en 0. 4% en aquellos años cuando el déficit comercial se contrajo.
Los analistas apuntan a que el capital de bajo costo, la confianza del consumidor y la baja inflación son subproductos beneficiosos de los déficits comerciales, particularmente en los Estados Unidos. El fuerte dólar estadounidense permite al país obtener capital del exterior más barato que el que se puede producir en el país. Una vez obtenido, ese capital es utilizado por empresas y fabricantes nacionales para crecer, expandirse y desarrollar nuevas innovaciones y tecnologías. Si bien el trabajo de producir capital básico se realiza en el exterior, las empresas nacionales utilizan ese capital para crecer, lo que genera empleos mejores y mejor pagados en el hogar.
Importar productos desde el exterior también aumenta la confianza del consumidor y ayuda a mantener la inflación baja. Los precios bajos de los bienes en el extranjero se traducen en un aumento del poder adquisitivo para los consumidores nacionales.La posibilidad de comprar los mismos productos por menos dinero brinda a los consumidores más confianza ya que permite que sus salarios vayan más allá, lo que resulta en un aumento en los salarios reales. Los precios más bajos equivalen a una menor inflación, lo que ayuda a compensar otras posibles enfermedades económicas, como el lento crecimiento de los salarios.
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